La ambidextría organizacional: el camino a la competitividad
La ambidextría se presenta como un comportamiento organizacional que conduce a la competitividad de las empresas. En la empresa ambidiextra, la creatividad es un proceso más y no constituye una amenaza para la normalización de procesos ni para la eficiencia organizacional.
La lucha por la productividad y la eficiencia
Durante la segunda mitad del siglo XX, un importante esfuerzo investigador y gerencial se centró en desarrollar mecanismos que mejorasen la eficiencia de las organizaciones. Desde este enfoque, la competitividad se basaba en la mejora de procesos y productos, con el claro propósito de satisfacer y fidelizar a los clientes para sostener la cuota de mercado.
La búsqueda de la eficiencia sigue siendo objetivo empresarial en la actualidad, pero camina con nuevos compañeros en el viaje de la búsqueda de las ansiadas ventajas competitivas: la creatividad y la innovación.
La creatividad como amenaza a la eficiencia
La creatividad organizacional ha podido parecer una amenaza para la estandarización y la mejora de procesos durante décadas. Hasta hace poco tiempo, muchas empresas veían en la creatividad y en la innovación más amenazas que oportunidades, sobre todo, por lo que suponía de ruptura con el status quo organizativo.
En las últimas décadas, se ha considerado fuente de competitividad la estandarización e implementación de sistemas de gestión, que buscaban la minimización de errores y, con ello, un incremento de la eficiencia. Generalmente, se intentaba emular los sistemas desarrollados por las empresas japonesas, que tan buenos resultados les dieron en su resurgimiento industrial tras la Segunda Guerra Mundial. Eran los años dorados de los sistemas ISO y similares.
La ambidextría: explorar nuevos mercados y explotar el conocimiento adquirido
Ya en la última década del siglo pasado, el sector de base tecnológica y, dentro de este, las novedosas TIC’s irrumpieron en el mercado con tendencias organizativas y productos marcadamente innovadores y rupturistas.
Adentrados en el nuevo milenio, a las disruptivas propuestas tecnológicas del TIC, se unieron los fantasmas de la burbuja punto com, que alimentó todo tipo de susceptibilidades en las organizaciones más clásicas, respecto a la integración de la creatividad y la innovación en su producción y su dinámica organizativa.
Sin embargo, a partir de 2007 las empresas se vieron empujadas dramáticamente a buscar nuevos productos, nuevos mercados y equilibrar sus esfuerzos para no perder los ingresos que generaban por su actividad histórica, es decir, seguir rentabilizando su curva de experiencia y conocimiento, mientras realizaban acciones que ampliasen dicha curva a futuro. Es lo que se ha dado en llamar ambidextría, o la capacidad para explorar nuevos conocimientos y explotar el conocimiento adquirido, simultáneamente.
La ambidextría en las empresas actuales
El modelo de ambidextría se sostiene en la premisa de que la cultura y los valores que promueven la innovación en una organización, pueden convivir perfectamente con valores más tradicionales como la calidad y la eficiencia, de manera que sus miembros pueden mantener el equilibrio entre la creación de nuevas ideas y la atención a los detalles y a la calidad de los productos y procesos existentes, evitando que la innovación socave la eficiencia (Miron, Erez, y Naveh, 2004).
Fuentes teóricas del estudio de la ambidextría
Principalmente, dos fuentes teóricas alimentan los planteamientos en el estudio de la ambidextría:
- Por una parte, encontramos el enfoque de capacidades dinámicas, en el que se sostiene que dichas capacidades son la fuente de ventaja competitiva de la organización (Adner y Helfat, 2003; Zott, 2003).
Se entiende que el desarrollo de nuevas capacidades, que puedan resultar ventajosas competitivamente, derivan de encontrar el adecuado encaje entre la estructura, la cultura, los individuos y los procesos con la innovación en los productos existentes, al tiempo que se estimula la creatividad, más allá de las competencias, buscando evitar el problema que supone la rigidez funcional (Leonard Barton, 1992).
- El segundo fundamento teórico, derivado del enfoque de capacidades, es el de la gestión del conocimiento en las organizaciones.
Desde este enfoque se postula que la capacidad para innovar continuamente está relacionada con la creación de conocimiento, entendida como capacidad para detectar nuevas oportunidades tecnológicas, y con la integración de ese conocimiento en la estructura organizacional, es decir, la capacidad de la organización para aprovechar y aplicar los nuevos avances a través de sus procesos y estructuras (Verona y Ravasi, 2003).
La ambidextría en la práctica
A nivel práctico, en una organización la ambidextria se alcanza cuando una o más de sus unidades de negocio se enfocan a la explotación, mientras que otra u otras lo hacen hacia la exploración (Tushman y O’Reilly, 1996). De hecho, para que las organizaciones puedan llegar a ser más innovadoras se necesita una estructura dual que fomente tanto la normalización como la creatividad (Jelinek y Schoonhoven, 1993).
Probando la hipótesis de complementariedad
La hipótesis de la complementariedad entre la exploración y la explotación ha sido probada experimentalmente, concretamente, Bierly y Daly (2007) comprobaron como ciertos sistemas organizacionales –fundamentalmente, estructuras basadas en equipos, cultura organizacional que promueva el cambio y canales de comunicación abiertos- así como, ciertas prácticas de recursos humanos –especialmente las que promueven la creatividad– buscan simultáneamente la exploración y la explotación, dando lugar a la ambidextría organizacional en la práctica. Con su estudio, realizado en 98 empresas, evidenciaron que la ambidextría no es un mito y que redunda en importantes beneficios para las organizaciones que la desarrollan.
REFERENCIAS
Adner, R., Helfat, C.E. (2003). Corporate effects and dynamic managerial capabilities. Strategic Management Journal. 24: 1011-1025. DOI:10.1002/smj.3314
Bierly, P. E., & Daly, P. S. (2007). Alternative knowledge strategies, Competitive environment, and organizational performance in small manufacturing firms. Entrepreneurship Theory and Practice, 31(4), 493–516. https://doi.org/10.1111/j.1540-6520.2007.00185.x
Jelinek, M., & Schoonhoven, C. B. (1993). The innovation marathon: Lessons from hightechnology firms. Oxford, UK: Basil Blackwell. Kenney, M. (Ed.) (2000).
Leonard‐Barton, D. (1992), Core capabilities and core rigidities: A paradox in managing new product development. Strat. Mgmt. J., 13: 111-125. doi:10.1002/smj.4250131009
Miron-Spektor’s, E., Erez, Naveh, E. (2004). Do personal characteristics and cultural values that promote innovation, quality, and efficiency compete or complement each other? Journal of Organizational Behavior 25(2):175 – 199. DOI: 10.1002/job.237
Tushman, M. L., & O’Reilly, C. A. (1996). Ambidextrous Organizations: Managing Evolutionary and Revolutionary Change. California Management Review, 38(4), 8–29. https://doi.org/10.2307/41165852
Verona, G., Ravasi, D. (2003). Unbundling Dynamic Capabilities: An Exploratory Study of Continuous Product Innovation. Industrial and Corporate Change 12(3):577-606 DOI: 10.1093/icc/12.3.577
Zott, C. (2003) Dynamic capabilities and the emergence of intraindustry differential firm performance: Insights from a simulation study. Strategic Management Journal, 24, 97-125. http://dx.doi.org/10.1002/smj.288