Creatividad e innovación
El contexto actual, cada vez más cambiante, complejo e incierto, la humanidad se enfrenta a retos que requieren gran creatividad para poder ser superados.
Desde los problemas globales, como los medioambientales, hasta aquellos que atañen exclusivamente a la esfera individual, no hay ámbito en el que la solución creativa de problemas sea prescindible, no solo para solucionar problemas, sino para localizarlos, hacerlos aflorar lo más pronto posible y minimizar sus posibles efectos. En este sentido, la empresa, entendida como entorno social complejo, no es una excepción.
En entornos tan dinámicos y exigentes, la innovación y la creatividad se convierten en factores clave del éxito (Oldham y Cummings, 1996; Simonton, 1999; Veciana, 1999; Ward, 2004). Son varios los autores que defienden que, tanto el proceso de generación de ideas, como el de implementación de estas son fuentes de ventajas competitivas en las organizaciones (Anderson, De Dreu, y Nijstad, 2004; West, 2002; Zhou y Shalley, 2003)
Para Florida (2002) la principal fuente de crecimiento económico del siglo XXI será la creatividad humana implementada, es decir, la innovación o «aplicación práctica de ideas creativas» (Westwood y Low, 2003, p. 236) . La innovación es, por tanto, algo nuevo que un individuo o varios producen intencionalmente para alcanzar un objetivo (Weisberg, 2006).
En un mundo estable, las organizaciones eficientes pueden ser exitosas. Pero en un mundo cambiante, las organizaciones necesitan la creatividad como un proceso más en curso
(Basadur y Basadur, 2011, p. 86)
¿Para qué sirve la creatividad en las organizaciones?
La creatividad organizacional, es la creación de valor y de utilidad a través de nuevos productos, servicios, ideas, procedimientos o procesos, desarrollados por individuos que trabajan juntos en un sistema social complejo. Es un subconjunto de la innovación y esta, a su vez, del cambio organizacional. Es, por tanto, un aspecto vital de ese cambio y proporciona la clave para alcanzar la eficiencia y la supervivencia de las empresas (Woodman, Sawyer y Griffin, 1993).
La creatividad, de manera genérica, puede entenderse como la producción de ideas nuevas y útiles (Amabile, 1988). Según Teresa Amabile, las ideas son consideradas nuevas cuando son únicas en relación con otras ideas actualmente disponibles en la organización y son útiles cuando tienen un potencial valor, directa o indirectamente, para la organización, a corto o largo plazo. Dado que la creatividad implica generación de ideas, es considerada precursora de la innovación y esta, a su vez, incluiría la implementación de las ideas que emanan de la creatividad (Amabile 1988, Shalley y Gilson, 2004).
Igualmente, la innovación ha sido considerada una de las capacidades dinámicas resultantes de los procesos de gestión del conocimiento dentro de las organizaciones (Nonaka, Takeuchi y Umemoto, 1996). Dentro del amplio ámbito de estudio de la innovación, algunas corrientes de investigación apuntan hacia la creatividad como factor clave en el rendimiento y supervivencia de la empresa.
Desde la perspectiva de gestión del conocimiento, McAdam y McCreedy (1999) sostienen que el conocimiento tácito y local de todos los miembros de una organización es el factor más importante del éxito y que la creatividad es la clave.
Creatividad vs innovación
Aunque creatividad e innovación han sido frecuentemente empleados como términos sinónimos por estar estrechamente relacionados (Ford, 1996), algunos autores establecen claras diferencias entre ambos.
king (1990) indica que la creatividad implica la generación de ideas que son nuevas para el individuo, mientras que la innovación sólo requiere ideas que sean nuevas para la organización, grupo de trabajo, etc. y no necesariamente para el individuo que las introduce. Desde esta visión, la innovación no requiere novedad.
La creatividad es esencialmente un proceso cognitivo que está influenciado por factores psicosociales (Amabile, 1983), mientras que West y Farr (1990) sostienen que la innovación es un proceso social que implica intentar cambiar el estatus quo de la organización o de alguna de sus unidades.
Henry (1991) entiende que la creatividad tiene lugar en un ambiente social y es la interacción entre la organización creativa y la gente creativa la que produce la innovación.
Parece más adecuado definir creatividad en términos de producto, mientras que la innovación se define mejor en términos de proceso. Así, innovación se ha descrito como el proceso a través del cual las ideas creativas se convierten en alguna innovación (Amabile, 1988; Henry, 1991; Majaro, 1994).
En general se considera que la creatividad es un paso crítico en el proceso de innovación, pero no el único (Shalley, 1991). Además, la creatividad y la innovación no ocurren en un flash, sino que constituyen una pequeña fase de un largo proceso de planificación, orientada a proporcionar soluciones a los problemas que se presentan, así como, a implantar soluciones adecuadas a los mismos (Henry, 1991).
Sin embargo, investigaciones recientes sostienen que la división conceptual entre creatividad e innovación no está tan clara. Algunos autores afirman que la creatividad no solo ocurre en las primeras etapas de la innovación, sino que el proceso de generación de ideas-implementación es recursivo y cíclico (Palaus, 2002), por lo que la creatividad puede presentarse en cualquier etapa de la innovación.
REFERENCIAS
Amabile, M. T. (1983). The social psychology of creativity. Journal Od Personality and Social Psychology, 45(2), 357–376.
Amabile, M. T. (1988). A model of creativity and innovation in organizations. In B. M. Staw & L. L. Cummings (Eds)., Research in organizational behavior. Vol. 10 (pp. 123–167).
Anderson, N., De Dreu, C. K. W., & Nijstad, B. A. 2004. The routinization of innovation research: A constructively critical review of the state-of-the-science. Journal of Organizational Behavior, 25: 147-173.
Basadur, M., & Basadur, T. (2011). Attitudes and creativity. In Encyclopedia of Creativity (2nd ed., pp. 85–95). San Diego: Academic Press.
Florida, R. (2002). The Rise of the Creative Class. Washington Monthly, (May), 15–25.
Ford, C. (1996). A theory of individual creative action in multiple social domains. Academy of Management Journal, 21(1112-1142).
Henry, J. (1991). Make sense of creativity. (J. Henry, Ed).. London, UK: Sage Publications.
King, N. (1990). Innovation at work. The research literature. In W. M. Farr & J. Farr (Eds)., Innovation and creativity at work:Psychological and Organizational Strategies. Chichester: Wiley.
Majaro, S. (1994). Marketing y Creatividad. Un enfoque instrumental. Madrid: Diaz de Santos.
Nonaka, I., Takeuchi, H., & Umemoto, K. (1996). International Journal of Technology Management Creation. International Journal of Technology Management, 833–845.
Oldham, G. R., & Cummings, A. (1996). Employee Creativity : Personal and Contextual Factors at Work. Academy of Management Journal, 39(3), 607–634.
Shalley, C. E. (1991). Effects of productivity goals, creativity goals, and personal discretion on individual creativity. Journal of Applied Psychology, 76, 179–185.
Shalley, C., & Gilson, L. (2004). What leaders need to know: A review of social and contextual factors that can foster or hinder creativity. Leadership Quarterly, 15(1), 33–53.
Simonton, D. K. (1999). Talent and its development: An emergenic and epigenetic model. Psychological Review, 106, 435–457.
Veciana, J. M. (1999). Entrepreneurship as a Scientific Research Programme. Revista Europea de Dirección Y Economía de La Empresa, 8(3).
Ward, T. B. (2004). Cognition, creativity, and entrepreneurship. Journal of Business Venturing, 19, 173–188.
Weisberg, R. W. (2006). Creativity: Understanding innovation in problem solving, science, invention, and the arts. New Jersey: John Wiley & Sons.
West, M. A. 2002. Sparkling fountains or stagnant ponds: An integrative model of creativity and innovation-implementation in work groups. Applied Psychology: An International Review, 51: 355-387
Westwood, R., & Low, D. (2003). The multicultural muse: Culture, creativity and Innovation. International Journal of Cross-Cultural Management, 3(2), 235–259.
Woodman, R. W., Sawyer, J. E., & Griffin, R. W. (1993). Toward a theory of organizational creativity. The Academy of Management Review, 18(2), 293–321.
Zhou, J., & Shalley, C. E. 2010. Deepening our understanding of creativity in the workplace: A review of different approaches to creativity research. In S. Zedeck (Ed.), APA Handbook of industrial and organizational psychology, 1: 275-302. Washington: APA.